lunes, 19 de julio de 2010

Presta Atención...

El CAMINO ES LA META...

"La vida es una celebración. No tiene propósito, no va para ninguna parte. Es un juego. No la tomes en serio porque corres el riesgo de perdértela. Sé sincero, no serio. La sinceridad es una cosa y la seriedad es otra. La seriedad lleva a pensar en metas, medios y fines, recursos y logros, y engendra ambición. La seriedad es ambición y es una enfermedad. Es probable que hayas apartado tu atención de este mundo, pero tu mente ambiciosa ya está pensando en el otro. La seriedad no es religiosidad. El hombre serio se convierte inmediatamente en filósofo y se dedica a pensar. La seriedad es cosa de la cabeza. Por eso, las personas serias y pensadoras adquieren una fisonomía adusta. Olvidan reír, no pueden sonreír, no pueden jugar porque siempre están pensando en lo que deben lograr. Convierten la vida en un medio, cuando la vida misma es la meta.


La persona sincera es totalmente diferente. La sinceridad es cosa del corazón. La persona sincera es veraz, pero no es seria. Siempre está en la búsqueda, pero sin querer llegar a una meta. Busca de la misma manera que un niño busca las cosas: si las encuentra, perfecto; si no, no importa. Un niño corre detrás de un perro y en la mitad del camino se encuentra con una mariposa, y cambia inmediatamente de rumbo. Mientras persigue la mariposa, ve una flor y olvida la mariposa para fijar toda la atención en la flor. No es serio, pero es sincero. Se entrega totalmente a todo lo que llama su atención. Esa es la sinceridad. Olvidar a la mariposa y al perro para centrar toda la atención en la flor. La capacidad de prestar atención total es sinceridad. Pero cuando se presta atención, solamente como recurso para lograr algo, es sólo una estratagema para alcanzar una meta. Es explotación; es explotar el camino para llegar a la meta. Para el niño, el camino es la meta. Lo mismo sucede con la persona religiosa, cuyo camino es la meta.


Donde quiera que estoy es mi meta.
Lo que quiera que soy es mi meta.
En el momento presente, toda mi vida converge en mí; no tengo otro lugar a donde ir. Por consiguiente, debo celebrar este momento en su totalidad".

Osho, La armonía oculta. Conversaciones sobre Heráclito

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